domingo, 7 de junio de 2015



Bienaventuradas lágrimas…

Benditas lágrimas,
parcelas listas para empezar a sembrar
con granos que aún no llegan,
las mismas de las que hablo yo,
las que lloras tú,
las que sentimos igual.

Siempre serán así
hay quien las llama,
las invoca
y luego... las ocultamos.
         
Nadie las quiere poner a prueba
sin embargo
viajan en nuestra maleta
preparadas
para cuando haya que sacarlas.

Las lucimos en algún funeral,
las llamamos por nuestros propios y raídos recuerdos añejos,
áridos de humedad,
para seguir subsistiendo.

Los más valientes las llevan consigo
en la mano y en los ojos.

Pero los cobardes las apretujan
en una esponja que no saben enjugar.

Ellas vienen del mar,
abundantes, bastas y repletas de sal,
cada una de ellas son
como una bola de cristal
cargada de imágenes
tan sutiles como la magia.

Se secan tan pronto
como un largo suspiro
se atreven a salir cuando la memoria lo nota,
cuando la luz se enciende
cerrando los ojos
y cuando mi voz
se escucha en la inmensidad
de los recuerdos.

La inseparable cómplice
de mis tristezas,
la inoportuna que delata mi amor,
pero sobre todo
aquellas
que susurran tu nombre en mi oído,
acarician mi piel
y saborean mis silencios...




Laura Glz. Pinto 2006

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